María Teresa Andruetto
Ilustraciones: Liliana Menéndez
Editorial: Comunicarte
Colección: Vaquita de San Antonio
Córdoba, 2008
Por Constanza Bonet (*)
Sólo desde el intento de ubicar a El árbol de lilas
en un género literario preciso, podemos comenzar a vislumbrar la
compleja riqueza que encierra el libro escrito por María Teresa
Andruetto. Se trata de un cuento literario, en el que encontramos rasgos
propios de los cuentos tradicionales: la superación de pruebas para
cumplir un objetivo final; la repetición de acciones esquemáticas y
simétricas; la aparición reiterada de un número particular; la ayuda
(real o mágica) de un personaje, y un final que produce un cambio de
estado. Pero además, su prosa y su estructura son propias de la poesía,
así como varios de los recursos que utiliza la autora: metáforas,
repeticiones, hipérboles y economía de palabras.
El amor, tópico de un sinnúmero de
historias pero siempre inabarcable en su totalidad, es el tema principal
de esta obra. Es, de hecho, el objetivo de sus dos personajes, sobre
los cuales no sabemos nada, ni siquiera sus nombres; sólo los
caracterizan sus acciones. “Él” se sienta a esperar bajo un árbol de
lilas, “Ella” sale a buscar por el mundo entero. Podrían ser cualquier
persona, en cualquier lugar y tiempo. La lectura misma de sendas reseñas
de la autora y de la ilustradora incluidas en el libro, las coloca
brevemente, al igual que lo hacen ellas con los lectores, como posibles
protagonistas en algún momento de esta historia. El amor podría estar
más cerca de lo que creemos, pero ¿lo encontraríamos sin buscarlo? El
destino tiene también un lugar importante en este relato, tanto como la
circularidad, el volver a donde se empezó, pero con el aprendizaje y
comprensión que conlleva el recorrido realizado.
En armónica, contraposición y
complementariedad con la simpleza de oraciones y palabras del texto (que
no por simples se hallan exentas de gran belleza y profundidad), las
ilustraciones de Liliana Menéndez proporcionan imágenes con una rica y
compleja profusión de colores, objetos y texturas. Esto, unido a la
variedad de técnicas y de elementos que utiliza (mapas, flores,
fotografías; muchos de ellos de gran valor afectivo, según declara la
misma autora) suscitan en el lector sentimientos personales, variados e
intensos. En las primeras páginas, las ilustraciones tienen un rol
mayoritariamente de acompañamiento del texto, aun cuando revelan muchos
elementos que este omite. Pero luego, toman vuelo propio, dando lugar a
otros caminos no explorados por el relato que, a su vez, podrán
encontrar diversos senderos en la subjetividad de cada lector.
Esa interacción con el acervo
personal del lector se observa desde el exterior de este libro-álbum, en
cuyas tapas ya se anticipan algunos de los elementos que veremos en su
interior: el mundo, lo circular, los mapas, los peces y otras criaturas
del mar, las flores, las libélulas y las mariposas, además del árbol de
lilas, y hasta incluso una vaquita de San Antonio que, por coincidencia o
guiño de la ilustradora, se corresponde con el nombre e isotipo de la
colección. Este último contribuye a construir el universo simbólico del
libro y se observa también en las guardas, de un fuerte color amarillo
anaranjado, que incluyen a la vaquita del isotipo y un camino recorrido
por ella, tal como lo hará la protagonista.
La colección Vaquita de San Antonio, a la que pertenece El árbol de lilas,
está destinada a niños de 6 a 12 años. La sintaxis simple del texto en
este libro, así como el recurso de la repetición, lo hacen sumamente
apropiado para esos lectores. Lo mismo ocurre con la posibilidad de
rescatar y analizar con ellos diversos valores, tal como la importancia
de ser fieles a lo que queremos por sobre, por ejemplo, el dinero. Pero
esta obra posee distintos niveles de lectura según el rango de edades.
El niño quizás se relacione más con el tema de la circularidad, de
volver al inicio, de no ver lo que está frente a uno desde un primer
momento, con la aventura del viaje y la variada riqueza de asociaciones
que disparan las ilustraciones, que con la historia de amor. El adulto,
en cambio, posiblemente vivenciará asociaciones a recuerdos, historias y
experiencias de su propia vida.
Sin dudas, se trata de un libro de
gran belleza y complejidad, con múltiples aristas y un enorme potencial
de cobrar distintas significaciones en distintos momentos y en sucesivos
abordajes, que lo hacen atractivo y propicio “para todas las edades”,
además de una hermosa experiencia de lectura.
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(*) Constanza Bonet
es estudiante avanzada -en la UNCuyo- de las carreras Comunicación
Social y Diseño Gráfico. Es socia activa de la Asociación EDELIJ y
participa de las acciones y cursos organizados por dicho organismo. La
reseña aquí publicada es un extracto del trabajo final presentado por
Constanza para el Curso-Taller denominado “¿Cómo promover la lectura en
niños y jóvenes?” dictado por Silvina Juri y organizado en EDELIJ
(Avalado por DGE. Resolución Nº 0221/2011)
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