Un tren hacia Ya casi casi es Navidad
Diego Muzzio
Editorial SM
Colección Barco de Vapor, Serie Naranja
Año: 2008
Nº pág.: 128
Qué buen disparate!
Si el lector decide subirse a este tren tiene asegurado un viaje no hasta el pueblo llamado Ya casi casi es Navidad, sino hacia una entretenidísima historia que irá rompiendo con todas las estructuras y apuntará cada vez a darle una nueva vuelta de tuerca, a apostar por algo aún más disparatado de lo que acaba de suceder.
En el libro de Muzzio se narra la historia de Jerónimo García, maquinista, y Hugo Mastronardi, su gato, cuando se disponen a partir, como todos los diciembres, al poblado de Ya casi casi es Navidad, con un cargamento de 55 árboles navideños de plástico. Sin embargo, este viaje servirá de excusa para llevar al lector por personajes y situaciones de lo más disparatadas.
El primer aviso de que no nos encontramos ante una novela “convencional” aparece con las descripciones de García y Mastronardi, donde nos enteramos, por ejemplo, que Mastronardi es un gato que habla. “No mucho. En realidad sabe decir una sola palabra, y esa palabra es: “croqueta”. Pero sabe decirla en más de 20 idiomas distintos”. Y a lo largo de la historia podremos aprender cómo se dice croqueta en japonés (sushi), ruso (krotushka), alemán (kroketten), francés (croquette), italiano (crocchetta), inglés (crockets), polaco (croklava)…
El segundo quiebre aparece cuando luego de leer el capítulo 1, nos encontramos con el capítulo 1 y ½. Y a partir de aquí, todo comienza a ser una escalada de disparates tras otro, en la que aparecerá el tercer protagonista de la historia que es, nada más y nada menos que, un día. Un día jueves. Y para subir aún más la apuesta, es un día jueves español. Y de la mano de estos tres personajes el autor nos propone atravesar el espacio exterior cuando el tren es succionado por marcianos interesados en los árboles; conocer al tremebundo Señor No, guardián de las cosas perdidas; y deleitarnos con las poesías de los uranianos, entre otras cosas.
Lo interesante de esta propuesta es, por un lado, animarse en el campo de la literatura infantil a escribir y publicar una novela que rompa con casi todas las estructuras (personajes que son días, capítulos y medios, “capítilis qui so descumponin”, otros que se pierden – “a esta altura, el atento lector se estará preguntando: ¿y qué pasó con el capítulo 18? Bien, me da mucha vergüenza confesarlo, pero lo he perdido. Sí, así como lo leen, he perdido todo un capítulo de este libro, quizás uno de los capítulos más importantes”-, tres epílogos y hasta poemas en uraniano). Y por el otro lado, lograr sostener una historia que atrapa, con personajes entrañables y, sobre todo, bellamente escrita. (Verónica Lichtmann.)
En el libro de Muzzio se narra la historia de Jerónimo García, maquinista, y Hugo Mastronardi, su gato, cuando se disponen a partir, como todos los diciembres, al poblado de Ya casi casi es Navidad, con un cargamento de 55 árboles navideños de plástico. Sin embargo, este viaje servirá de excusa para llevar al lector por personajes y situaciones de lo más disparatadas.
El primer aviso de que no nos encontramos ante una novela “convencional” aparece con las descripciones de García y Mastronardi, donde nos enteramos, por ejemplo, que Mastronardi es un gato que habla. “No mucho. En realidad sabe decir una sola palabra, y esa palabra es: “croqueta”. Pero sabe decirla en más de 20 idiomas distintos”. Y a lo largo de la historia podremos aprender cómo se dice croqueta en japonés (sushi), ruso (krotushka), alemán (kroketten), francés (croquette), italiano (crocchetta), inglés (crockets), polaco (croklava)…
El segundo quiebre aparece cuando luego de leer el capítulo 1, nos encontramos con el capítulo 1 y ½. Y a partir de aquí, todo comienza a ser una escalada de disparates tras otro, en la que aparecerá el tercer protagonista de la historia que es, nada más y nada menos que, un día. Un día jueves. Y para subir aún más la apuesta, es un día jueves español. Y de la mano de estos tres personajes el autor nos propone atravesar el espacio exterior cuando el tren es succionado por marcianos interesados en los árboles; conocer al tremebundo Señor No, guardián de las cosas perdidas; y deleitarnos con las poesías de los uranianos, entre otras cosas.
Lo interesante de esta propuesta es, por un lado, animarse en el campo de la literatura infantil a escribir y publicar una novela que rompa con casi todas las estructuras (personajes que son días, capítulos y medios, “capítilis qui so descumponin”, otros que se pierden – “a esta altura, el atento lector se estará preguntando: ¿y qué pasó con el capítulo 18? Bien, me da mucha vergüenza confesarlo, pero lo he perdido. Sí, así como lo leen, he perdido todo un capítulo de este libro, quizás uno de los capítulos más importantes”-, tres epílogos y hasta poemas en uraniano). Y por el otro lado, lograr sostener una historia que atrapa, con personajes entrañables y, sobre todo, bellamente escrita. (Verónica Lichtmann.)
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