
Donde viven los monstruos
Traducción de AGUSTÍN GERVÁS
Encuadernado en cartoné.
Editorial Kalandraka.
Edición especial
Pontevedra, 2014.
Nº de
páginas: 48
Por María
Paz Ochoa (*)
"El
libro ilustrado es mi campo de batalla. Es donde yo me expreso. Es donde yo
consolido mis poderes y los uno en lo que, espero, es una forma legítima y
viable, significativa para otros y no solo para mí. […] Yo vivo dentro del
libro ilustrado: es ahí donde libro mis batallas y donde espero ganar mis
guerras"
Maurice
Sendak
¿Dónde
viven los monstruos? ¿Debajo de la cama? ¿Escondidos en los roperos? ¿Aparecen
cuando se apaga la luz? ¿Están en nuestra imaginación? ¿Son nuestros propios
monstruos interiores? No lo sabemos… lo que bien sabemos es que a 51 años de la
primera edición del libro álbum “Donde viven los monstruos” (1963) de Maurice
Sendak, este texto emblemático de la literatura infantil sigue tan vigente que
las preguntas iniciales seguirán buscando respuestas…
Los recursos tanto gráficos como textuales utilizados por el autor
fueron (y siguen siendo) altamente innovadores y sentaron las bases para pensar
en un género hoy en boga: el libro álbum.
Max (al
igual que Maurice) gana la batalla…
La historia es acerca de un niño que por “portarse mal” su madre
lo envía a la cama sin cenar. Si bien la secuencialidad de acciones de la
historia es lineal, se producen dos desvíos
bien marcados en la trama, que además sirven de nexo entre los dos niveles
de ficción que presenta la historia (el cotidiano,
en el que el protagonista –Max- recibe el reto de su madre; y el de evasión, donde Max se encuentra con los
monstruos). Estos desvíos en la trama son los dos momentos en que Max navega
por el océano, tanto de ida al “mundo de evasión” como de vuelta al “mundo
cotidiano”. Un marcado simbolismo el de partir de un mundo a otro, de una
tierra firme a otra (ya sea la “tierra firme de su habitación” como la “tierra
firme del mundo de los monstruos”): haber enfrentado los miedos y logrado
cierta seguridad interior.
La
historia sucede en un breve tiempo, quizás unas pocas horas. Pero hay un tiempo
psicológico (tiempo mítico) que es el de Max: está tan enojado con su mamá que
al evadirse a su mundo imaginario el
viaje de ida dura: “varias semanas y casi más de un año hacia
donde viven los monstruos.”
Pero,
luego de pasar un tiempo allí, siente la necesidad de volver a la calidez de su
habitación y de su mamá. Es así que emprende el viaje de regreso: “navegó de regreso casi más de un año,
por varias semanas y durante todo un día hasta llegar a la
noche de su propia habitación.”
Desde la
imagen, lo que da unidad temporal es la luna que está presente en la mayoría de
las ilustraciones y a través de esa imagen, se sabe que la historia transcurre
durante la noche. Por lo tanto, se podría prescindir del texto lingüístico para
darnos cuenta en qué momento del día suceden los hechos.
Los
espacios, que sólo son “nombrados” en el texto, son intensamente detallados y
descriptivos en las imágenes que no se limitan a apoyar al texto escrito: los
árboles de la selva que invaden la habitación de Max, crecen desde el suelo,
desde los barrales de la cama, desde el marco de la puerta, frondosos,
variados, misteriosos…
El
personaje de Max es, sin duda, el personaje más detalladamente caracterizado.
Desde lo textual, el narrador nos cuenta que Max hace muchas travesuras a
partir de “La noche que Max se puso un
traje de lobo”. Es decir, que el
hecho de disfrazarse de lobo lo transforma en un niño travieso... Se hace
fuerte la presencia del símbolo del LOBO: en los cuentos infantiles, representa
el mal, lo que acecha sin que nos demos cuenta. Entonces, el narrador da a
entender que Max no siempre se porta mal y hace travesuras, sino sólo cuando se
disfraza de lobo. Es más, cuando su mamá lo castiga, él enojado le dice: “¡TE
VOY A COMER!” (intertextualidad con “La Caperucita Roja”). Al lugar donde viven los monstruos, Max va con
su disfraz de lobo, porque allí también él tendrá el liderazgo.
Desde la
imagen, la ilustración nos muestra un Max en su traje de lobo blanco con una
larga cola negra. En la tierra de los monstruos, el traje lo hace sentir
poderoso, superior, los domina mirándolos a los ojos (“¡QUIETOS!”, les dice, y
en la imagen se lo ve en clara actitud de dominio), lo nombran REY (“Y lo
nombraron rey de todos los monstruos”, y Max aparece con su corona y cetro),
ordena cuándo empiezan y cuándo terminan los festejos (“’Y ahora’, gritó Max, ’¡que
comiencen los festejos!’ ”; “’Basta ya’, gritó Max y ordenó a los monstruos que
fueran a la cama sin cenar”). Con su traje de lobo blanco castiga a los
monstruos, igual que su mamá lo hizo con él.
En las
ilustraciones aparece con el ceño fruncido para demostrar su poder y valentía.
Solamente,
en la imagen del final del libro se ve a Max sin su capucha de lobo: ha
regresado al lugar donde se siente seguro y protegido; ya no necesita estar
“acorazado” íntegramente con el disfraz, ha cumplido su penitencia con
dignidad.
Los
monstruos: Son los personajes que no aparecen descriptos en el texto, pero
sí con muchos detalles en la ilustración, el lector podrá caracterizarlos y
logrará crear sentido a cada acción propuesta por varias páginas ilustradas.
Desde lo
textual, lo poco que se dice de los monstruos es sobre el recibimiento y la
despedida que le hacen a Max, usando repetidas veces las mismas palabras:
“emitieron unos horribles rugidos y crujieron sus afilados dientes y lo miraron
con ojos centelleantes y le mostraron sus horribles garras”. El texto tiene
carga acumulativa de acciones (dada por la conjunción copulativa “y”) con la
intención de crear un clima de temor en el lector, pero sobre todo en Max.
Desde la
imagen, los monstruos están exquisitamente dibujados: grandes garras, dientes
afilados, ojos enormes, cuernos, barbas tupidas, escamas y piel, patas de
animales y pies humanos, un minotauro…
un verdadero bestiario carnavalesco que desfila ante los ojos del lector
y de Max.
Todas las
ilustraciones de este libro álbum ocupan la parte central de la hoja (esto
resalta la importancia que tiene el dibujo en la historia) mientras que los textos apenas ocupan un
pequeño espacio en la parte superior o inferior de la página.
En cuanto
a la tipografía del título, hay dos cambios de letras: DONDE Y MONSTRUOS ; viven
y los. Creo que las dos primeras (donde y monstruos), en una
tipografía “dura”, “rígida”, sirven de marco contenedor al relato que empieza y
termina en la casa. Y las dos últimas (viven y los), en una tipografía más
“blanda”, sirven para referirse a la experiencia relajada de Max en el plano de
la evasión.
El
personaje de Max se encuentra siempre a la izquierda que, en el lenguaje de la
ilustración, es la zona de “poder”: le permite al personaje ir creciendo en su
personalidad y psicología. Pero cuando ya se siente cansado de estar con los
monstruos y añora su hogar, se encuentra ubicado a la derecha, que es la zona
de la “calma”, de la “tranquilidad”. También está allí cuando ha regresado a su
habitación después de haber hecho la “catarsis” de su castigo.
Como un
guiño al lector atento, hay contradicción entre texto e imagen en la
descripción que el narrador hace de los monstruos. Los describe como seres
terribles, poco amigables “éstos emitieron
unos horribles rugidos y crujieron sus afilados dientes y lo miraron con
ojos centelleantes y le mostraron sus
horribles garras.” Pero la imagen
de los monstruos es totalmente contraria: aparecen sonrientes, con una actitud
amistosa hacia Max. Maurice Sendak maneja los dos lenguajes artísticos con
sensibilidad y perfección. Es evidente que el autor ha tenido una profunda
formación artística teniendo como referente de inspiración a pintores de
distintas épocas: HENRI ROUSSEAU, marca su presencia en la ilustración de los
árboles del bosque: exóticos, frondosos, y hasta prehistórico; EL BOSCO: en
algunos rostros de los monstruos; BESTIARIO MEDIEVAL: para la ilustración de
los monstruos.
El manejo
de la paleta de colores en este libro álbum es de tonos suaves, más bien
oscuros para crear la sensación de lo nocturno. La iluminación se percibe como
la luz que da la luna, muy tenue y sutil. Con el
dominio que Sendak tiene del dibujo y los colores, y de los recursos de la
lengua, ha sabido crear una atmósfera de ensoñación en la que el personaje de
Max, y por qué no, el lector, pueden evadirse cada vez que necesiten
encontrarse a sí mismos.
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(F1) “Cristo
llevando la cruz” de El Bosco
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(*) Prof. María
Paz Ochoa, estudiante del Ciclo de Licenciatura de Literatura infantil y
juvenil de la UNCuyo. La presente reseña es un fragmento de un trabajo para la
cátedra “Literatura Infantil” (Profesoras: Marisa Pérez y
Silvina Juri)
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